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Como era su costumbre, Pablo entró en la sinagoga y tres sábados seguidos discutió con ellos.
Basándose en las Escrituras, les explicaba y demostraba que era necesario que el Mesías
padeciera y resucitara. Les decía: «Este Jesús que les anuncio es el Mesías.» —Hechos 17:2–3

¿Por qué la Palabra de Dios enseña la justificación por la fe sin las obras?

En 1846, el poeta Ramón de Campoamor (1817-1901), escribió en su poema «Las dos linternas»
los versos que han llegado a ser conocidos como «La ley de Campoamor», y que describen la
esencia de nuestra época actual posmodernista: «y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni
mentira; todo es según el color del cristal con que se mira.». Tal como Campoamor describe, hoy,
la gente prefiere pensar que no hay verdad absoluta. Pero, que si la hubiera, no hay forma de
conocerla. Los cristianos enseñamos que la verdad absoluta existe y que es posible conocerla.
¿Cómo podemos estar seguros de eso?

Hace casi 500 años atrás, al reformador Martín Lutero se le acusó de enseñar falsa doctrina. Las
autoridades, civil y religiosa, lo conminaron a retractarse de los textos que había escrito. Si no lo
hacía, Lutero, enfrentaba el riesgo de ser condenado a muerte. Aún así, respondió: «A menos que
se me persuada por testimonios de las Escrituras o por razonamientos evidentes, porque no me
bastan únicamente las afirmaciones de los papas y de los concilios, puesto que han errado y se
han contradicho a menudo, me siento vinculado con los textos escriturísticos que he citado y mi
conciencia continúa cautiva de las palabras de Dios. Ni puedo ni quiero retractarme de nada,
porque no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la propia conciencia.» (El Caso Lutero, por
César Vidal. Pág. 174). Sus acusadores no pudieron demostrar que Lutero era un hereje porque
para ellos la Sola Escritura no es la única verdad. También hoy, para muchos, la verdad de la Biblia
está al mismo nivel que la tradición, la razón o la experiencia. Cristo reconoció y citó como única
autoridad a la Biblia. Lo mismo hicieron los apóstoles (Lucas 24:26–27). Los cristianos, como
seguidores de Cristo, confiamos solo en la Palabra de Dios como la verdad absoluta. Por eso la
Biblia es nuestro único juez en cuanto a doctrina y práctica. En gratitud, por haber sido salvados
inmerecidamente, queremos escuchar a Dios solo en la Santa Escritura, sin buscar revelación fuera
de ella.

Oración:

Te suplicamos, Señor, que defiendas y gobiernes tu iglesia de tal modo que sea preservada en la
doctrina pura de tu Palabra salvadora, para que así se fortalezca nuestra fe en Ti y aumente en
nosotros el amor a todo el género humano. Amén.