16 de Enero
Porque sí
Jan Gompper
Una cosa que me trae gran alegría es mi perro. No importa cuánto tiempo me haya ido, cuando regreso, Lacie corre a saludarme con la cola meneándose, el cuerpo retorciéndose y la voz chillando. Pase lo que pase, no importa que, ella no puede esperar para bañarme con amor perruno... porque sí.
¿No te gustaría que las personas amaran de esta manera? ¿Puedes imaginar si tu pareja o tus hijos chillaran de emoción cada vez que llegas a su presencia? Bueno, tal vez eso suene extraño, pero saber que somos amados nos hace sentir bien. Y saber que somos amados incondicionalmente nos hace sentir increíbles.
Así es exactamente como Dios nos ama. No hemos hecho nada para ganarnos su amor. En realidad, todos hemos hecho cosas que deberían hacerle mostrar los dientes o correr en la dirección contraria. Incluso cuando le hemos ignorado, decepcionado o herido, Dios todavía sigue amándonos. ¿Cómo lo sabemos? “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”(Romanos 5:8 NVI). Sin condiciones... simplemente porque sí.
No importa cuánto tiempo hayamos estado alejados de Él (dos meses, dos años, toda la vida), siempre que nos acercamos a Él, se retuerce con alegría y se acerca con los brazos abiertos. “En esto consiste el amor [incondicional]: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10).
No puedo evitar pensar que Dios creó a los perros para recordarnos su amor incondicional. Después de todo, en inglés, la palabra perro se escribe “dog”: D-O-G, que deletreado al revés, en inglés es la palabra G-O-D, que significa “Dios”. 😊
Oración:
Señor Creador y Preservador nuestro, toda la creación nos habla de Ti, de tu sabiduría e inmenso poder. También de la fidelidad y el amor incondicional cuando vemos que no sólo las mascotas como los perros sino inclusive las fieras salvajes, como los leones, abrazan sinceramente a quienes los criaron. Tu Palabra me enseña no solo que Tú nos amas incondicionalmente sino también que Tú eres amor. Confieso que yo no te he amado con todo mi corazón, con toda mi alma, o con toda mi mente. Tampoco he amado a mi prójimo como a mí mismo. Se que por mi fe en Cristo me has perdonado y te suplico transformes mi corazón de modo, que en gratitud a tu amor, también yo pueda amar incondicionalmente, como amas Tú, en el nombre de Jesús te lo pido. Amén.