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En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que
creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. —Hebreos 11:6

Puesto que sin fe es imposible agradar a Dios, se impone la necesidad de comprender en qué
consiste la fe que agrada a Dios. La meditación de hoy trata acerca lo qué es la fe bíblica.

Como está escrito: «la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.»
(Hebreos 11:1). Sin embargo no se refiere a cualquier cosa que una persona espere o de la que
tenga certeza aunque no la vea. Tanto Hitler como Napoleón esperaban con certeza y convicción
vencer a los rusos, a pesar del inclemente frio de aquella región. Pero tal convicción les sirvió solo
para quedar mal. La fe, que proviene de Dios como un don al creyente, es la garantía que cuenta
con el peso y respaldo de la Palabra de Dios. Puesto que Dios cumple lo que promete esa fe nunca
es defraudada. Muchas personas imaginan poseer fe auténtica confundiéndola con credulidad
emotiva. Pero, puesto que su fe no tiene el respaldo de la Palabra de Dios, lo que en realidad
tienen es una fe falsa y muerta. ¿Cuáles son las características de la fe bíblica?

Primero, la fe autentica implica un conocimiento cabal de quién es Jesús. No hay verdadera fe si se
cree que Jesús no es Dios hecho hombre. La Biblia dice que el Verbo, la segunda persona de la
trinidad, asumió la naturaleza humana para ser, con su obediencia perfecta a ley moral de Dios y
su muerte vicaria por los pecados de la humanidad, nuestro sustituto a fin de salvarnos de la ira
eterna. Segundo, implica un acuerdo con lo que la Biblia dice de Jesús. Esto es, que Él es una sola
persona con dos naturalezas (divina y humana), que nació de la virgen María, que vivió justo y
murió como injusto, que resucitó y hoy es el omnipotente dueño de la creación y cabeza de la
iglesia, la cual es su cuerpo. Que viene para el juicio final. Tercero, implica plena confianza en
Cristo y sus méritos para la salvación personal del castigo eterno por el pecado, es decir que
somos salvos sin que nuestras buenas obras tengan nada que ver en ello. Pero que Dios añade el
mérito de Cristo a las obras que hacemos en gratitud al redentor, para darnos recompensas de
gracia. Por esa misma gratitud vamos a querer abundar en ellas.

Oración:

Gracias te doy Señor por el don de la fe que me diste por medio del evangelio. Te suplico, que
mediante tus medios de gracia, me afirmes en la verdadera fe de modo que mi amor a ti abunde
aún más y más en el conocimiento de tu Palabra, a fin de ser sincero e irreprensible para el día
de Cristo, lleno de frutos de justicia que son por medio de Él, para gloria y alabanza Tuya. Amén.