13 de Enero
Tu nombre en el libro de la vida
Pastor Mike Novotny
Tengo un recuerdo vívido de finales de los años ochenta de dos personas sentadas en nuestra mesa de la cocina: mi mamá y Bob. Puedo oír esas dos voces, primero la de mi mamá y luego la de Bob, mientras escucho a escondidas desde mi lugar en la sala de estar. Mi mamá le estaba enseñando a Bob a leer. Bob era un hombre tranquilo, amable y compasivo de nuestra comunidad que nunca había aprendido a leer, así que mi mamá se ofreció para enseñarle. Durante años, Bob se presentó humildemente para aprender y mi mamá le dedicó humildemente su tiempo para enseñarle.
Ese recuerdo me evoca a Jesús. Jesús nos dió su tiempo, no sólo una hora a la semana, sino toda su vida. Se humilló a sí mismo tanto en la vida como en la muerte, ofreciéndose voluntariamente para ayudarnos con nuestro mayor problema: el libro de la vida. Sin su sacrificio, ningún pecador encontraría su nombre en la lista de reservas del cielo. Pero a través de Jesús, se hace realidad un milagro.
Algunas de las palabras finales de la Biblia, una gloriosa descripción de la eternidad con Dios, describen este milagro: “No entrará en ella nada que sea impuro, o detestable, o falso, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”(Apocalipsis 21:27).
Un día, cada cristiano verá su nombre escrito en ese libro. Con gozo indescriptible, pronunciaremos las sílabas de nuestros nombres. Con gratitud, adoraremos al Cordero que renunció a todo para que pudiéramos ser salvos.
Regocíjate hoy conmigo al pensar en nuestros nombres en el libro de Jesús.
Oración:
Padre misericordioso, soy pecador desde mi nacimiento y en verdad no merezco ningún favor de parte de Ti, excepto el padecer tu ira por la eternidad en el infierno. Pero en tu gran misericordia enviaste a tu Hijo como mi Redentor para que su obediencia perfecta a tu voluntad sea acreditada a mi favor y que su sacrificio en la cruz en mi lugar me dé perdón de pecados. No solo eso, sino también, por medio de tu evangelio me diste el don de la fe y me hiciste parte de tu reino de modo que mi nombre esté inscrito en el libro de la vida del Cordero. Gracias, Señor, por tal amor. Amén.