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Por eso a la ciudad se le llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió el
idioma de toda la gente de la tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo.
—Génesis 11:9

Todos los seres humanos adolecemos de un gran mal: la necesidad de notoriedad.
Queremos que los demás noten nuestras cualidades y esfuerzos. Los primeros habitantes
después del diluvio pensaron que esparcirse por todo lo ancho del planeta no era lo mejor
para ellos y dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De
ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra.» (Génesis
11:4) En ese tiempo llevar a cabo ese proyecto tenía la ventaja que todos los seres humanos
hablaban el mismo idioma. Pero Dios los confundió de tal manera que terminaron hablando
idiomas distintos. En tal situación no tuvieron más alternativa que dispersarse. Así, el
Señor, destruyó sus planes y su torre. La Palabra de Dios dice: «Por eso a la ciudad se le
llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió el idioma de toda la gente de la
tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo.» (Génesis 11:9). Sin embargo, muchos
no aceptan que Babel señale la confusión argumentando que un mejor significado es
«Puerta de Dios»

No importa si pocos o muchos creen que Babel (Babilonia) significa puerta de Dios, la
verdad es que no lo es. Aunque se procuró construir en ella una torre que llegue al cielo al
final solo resultó en confusión. Esa es la historia del ser humano: todos sus esfuerzos
humanos realizados sin Dios terminan en confusión no importado cuando afirmen que su
propósito es llegar a Dios.

La Biblia enseña que la única puerta al cielo es Jesucristo. La puerta al cielo no es ninguna
ciudad. No fue Babel, ni lo es Jerusalén. Tampoco ninguna otra ciudad que lo pretenda.
Solo Cristo es la verdadera puerta pues solo él, como nuestro sustituto obedeció
perfectamente en lugar de nosotros y sólo él pagó en la cruz por nuestros pecados. En
gratitud por esto vamos a querer creer lo que la Biblia enseña aunque todo el mundo diga lo
contrario (Génesis 28:12-19 cf. Juan 1:51; 10:9)

Oración:

Señor, Tu palabra es la verdad. Te suplico me guardes de apartarme de ella. No
permitas que ninguna falsa doctrina encuentre lugar en mis pensamientos ni en mi
corazón. Amén.