El Domingo de Ramos es el comienzo de lo que se conoce como Semana de la Pasión. Fue en el Domingo de Ramos, hace unos 2000 años, que Jesús estuvo en el apogeo de su popularidad. Las multitudes se agolpaban hacia él, y mientras cabalgaba a Jerusalén en la espalda de un potro prestado, la multitud agitó ramas de palmeras (que es donde obtenemos el nombre Domingo de Ramos) y declaró: "Hosanna, Hosanna, Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
La multitud no solo gritaba afirmaciones a alguna otra personalidad o celebridad; esas eran declaraciones mesiánicas. La gente declaraba públicamente que creía que él era el Mesías; aquel que habían esperado por largo tiempo, del que hablan los profetas.
Las autoridades religiosas no solo se habían vuelto celosas de su creciente popularidad e influencia con la gente, sino que pensaban que su afirmación de ser el Hijo de Dios era una blasfemia religiosa y merecía ser castigada con la muerte. Fue un tecnicismo en su ley religiosa que les dio la oportunidad de construir un caso en su contra; sus celos e inseguridades los inspiraron a idear un complot asesino.
Muchas cosas suceden entre el primer Domingo de Ramos y el domingo siguiente, que es famoso por la resurrección de Jesús. Tenía siete días de vida, y cómo pasó esos últimos siete días, dice mucho sobre quién era como persona y mucho sobre la misión de Dios en nuestro mundo.
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