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Habia una vez un gran barco de la marina que viajaba por rumbo a su base. Desafortunadamente el barco estaba enfrentando una terrible tormenta en una noche sin luna y debido a un rayo que habia caído en la torre de navegación el equipo de radar se habia dañado, dejándolos solamente con las cartas de navegación tradicionales. El capitán un hombre criado en la cultura tradicional de los militares, era un hombre rudo y especialmente soberbio y orgulloso. 

 

Despues de muchos años de recorrer los mares del mundo había aprendido que como capitán era él el único responsable por el bienestar de su nave y su tripulación. Pese a que ya era mas alla de la media noche y debido especialmente a las difíciles condiciones metereologicas que estaban afrontando y la falta de radar, se encontraba el capital en la cabina de mando supervisando cuidadosamente lo que el piloto de la nave y los operadores estaban haciendo. 

 

El barco seguía un rumbo previamente trazado, pero por la falta del radar tenían que seguir las cartas de navegación. La tormenta habia alterado algunos de los equipos electrónicos pero el radio de banda funcionaba perfectamente lo que les permitia tener comunicación con otros barcos. 

 

Con la oscuridad y sin radar  no habia forma de establecer que obstáculos pudieran haber en el camino del gran acorazado. Los nervios a bordo de la nave y en especial en la cabina de mando estaban bastante alterados. 

 

De pronto vieron un luz a lo lejo que lentamente se acercaba a ellos. Desafortunadamente la luz a medida que pasaba el tiempo se seguía acercando y el capitán siguiendo el protocolo aprobado, hizo que el encargado de las comunicaciones estableciera una llamada de radio a aquel barco que se aproximaba. 

 

El operario de la radio, comenzó a cambiar frecuencias tratando de establecer contacto hasta que finalmente encontró la frecuencia y dijo. 

 

Atencion, este es el acorazado insigne, el orgullo de la armada.. Estamos rumbo a nuestra base y hemos detectado que ustedes están en nuestro trayecto. Estamos sin radar y debido a la tormenta no podemos hacer ninguna maniobra de evasión. Le exigimos que siguiendo el protocolo ustedes varíen su rumbo hacia estribor. 

 

La voz al otro lado de la radio le contesto. Acorazado Insigne hemos recibido su peticion. Le sugerimos por el contrario que sean ustedes los  que hagan  una maniobra evasiva lo antes posible para evitar la colisión. 

 

El capitán del acorazado oyo la transmisión y se enfurecio. Y le dijo a su operador de radio. 

 

Digales que yo les ordeno virar su rumbo o los arroyaremos y pagaran con su vida la osadia de enfrentarse a un corazado. 

 

El operador envio el mensaje. Y recibió en respuesta otro diciendo

 

Acorazado Insigne. Le reiteramos la advertencia. Ustedes deben virar su rumbo para evitar la colisión lo antes posible antes de que sea tarde. 

 

Digales inmediatamente que yo soy el Vargas , el mas antiguo de la marina, que he sido condecorado cientos de veces y que mi acorazado es de 250 metros de eslora, con un peso de 50600 toneladas y 35 metros de manga, armado hasta los dientes y que nunca hemos tenido que variar nuestra ruta para evitar colisiones Y que no lo haremos ahora. 

 

Mientras la luz se acercaba cada vez mas amenazante en la oscura y tormentosa noche, el operador transmitio el mensaje. Y de respuesta recibió un mensaje diciendo. 

 

Capital Vargas. Yo soy Juanito y me acompaña mi amigo Roberto y un perro llamado Pulgas, y no estamos armados y nadie me ha dado ninguna medalla, pero si le digo que tiene que virar inmediatamente porque yo estoy sentado mirando como se acerca desde mi puesto de mando que queda debajo de la luz que usted ve