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Había una vez en el imperio inca un regente llamado Kuntur Capac. Kuntur Capac era un regente sabio y bondadoso y tenía una hija llamada Uru, que el quería que fuera su heredera en el trono Inca. Por muchos años Kuntur había tratado de educar a su hija de la mejor manera posible para que fuera tanto o más buena que el mismo. 

Pero la niña que había crecido con todos los lujos propios de la realeza inca se había acostumbrado a la vida comoda y sus gustos se fueron volviendo extravagantes a medida que pasaban los años y se iba volviendo una adolecente.  Uru se había obsesionado con la calidad de las telas que le llevaban de todas partes del reino y siempre exigía que le trajeran telas más costosas y exóticas. 

 

Su obsesión era tal que la joven no cumplia con las obligaciones propias de su cargo como heredera del imperio y siempre se mantenía deambulando los mercados de telas de la región buscando la tela perfecta. 

 

Los consejeros del imperio notaron esta actitud y fueron donde su padre Kuntur Capac para que el tomara medidas. El más antiguo de sus consejeros le dijo.

 

Su majestad, bien se sabe que usted ya esta en edad avanzada y que es posible que pronto no pueda estar entre nosotros. Su heredera la princesa Uru, debe estar capacitada para tomar su lugar y ninguno de nosotros ha podido enseñarle nuestras costumbres, historia y necesidades. Sin este conocimiento le será imposible a ella tomar el control del imperio. Sus intereses son únicamente orientados a los vestidos y a los adornos que muchas veces ordena traer de lejanos lugares. Deberá usted intervenir para que ella realmente aprenda las costumbres nuestras. 

 

Kuntuc Capac oyo preocupado a sus consejeros e inmediatamente llamo a su hija a su presencia, luego le advirtió que si ella quería ser algún día la gobernante de el imperio tendría que cambiar su actitud y dedicar el tiempo a aprender de las costumbres y valores de sus futuros súbditos. 

 

La joven, soberbia e irresponsable desdeño inmediatamente las palabras de su padre y continuo sus compras desmedidas de adornos, joyas y vestidos. Su arrogancia fue incluso creciendo y cuando se encontraba con algún súbdito que el solicitaba algún favor o simplemente un pedazo de comida lo apartaba sin mostrarle ningún gesto humanitario 

Pero lo inevitable llego. Su padre el gran Kuntuc Capac murió y habiendo sido un regente bueno y capaz su muerte fue lamentada en todo el reino y el imperio se lleno todo de cantos lastimeros recordando el que fue un gran líder de su pueblo. 

Pasado el tiempo de duelo, una nueva preocupación comenzó a presentarse entre los incas. No sabían que sucedería con su vida ahora que había una regente joven e inexperta. La joven URU inicialmente trato de acomodarse a las reglas y protocolos propios de ser la líder de un vasto imperio. Pero habiendo desdeñado anteriormente la educación ofrecida por sus asesores, se vio envuelta en los costos propios de su ignorancia y baja educación. 

La vanidad y el orgullo se apoderó de ella y sintiendo todo el poder en ella decidió gastar a manos llenas los recursos del pueblo. Con total pasión compraba joyas, telas, vestidos y cuanto adorno veía y rápidamente las arcas del imperio comenzaron a escasear. 

El reino antes próspero comenzó a pasar dificultades y los consejeros la visitaron buscando hacerla corregir el rumbo. En cambio orgullosa y soberbia mandó a traer un cinturón trenzado de cuero y les ordenó a su guardia personal que tiraran al suelo a su consejeros. 

Con ira en sus ojos se acercó al primero de sus consejeros, un hombre sabio y de mucha edad y levantando su brazo con el cinturón trenzado se preparó para darle una golpiza en su espalda. 

Pero su brazo ya levantado quedó paralizado súbitament