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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com

Había una vez en las vastas y salvajes tierras del África, donde el sol brilla ardiente y la sabana se extiende hasta donde alcanza la vista, un majestuoso león blanco que recorria la sabana con toda majestad. Este león no era como los demás leones de aquella región. Su pelaje era blanco como la nieve y debido a esto todos los habitantes lo veían como un ser especial con poderes divinos. Algunos consideraban que este león era enviado por los dioses para que se le adorara

Según
la leyenda, el león blanco era un guardián de la tierra y tenía el poder de
traer armonía y equilibrio a la naturaleza que lo rodeaba. Se decía que su
rugido resonaba como un canto sagrado, y cuando rugía, todos los seres vivos
prestaban atención. 

La
tribu de los Khoikhoi, que habitaba cerca de la tierra del león blanco, sabían que
este león era la encarnación de un espíritu ancestral que se presentaba en las
planicies para recordarles el poder de los dioses. . La tribu respetaba
profundamente al león y se abstenía de cazarlo o hacerle daño de alguna manera.

Un
día, una sequía implacable azotó la región. Los ríos se secaron, los animales
languidecían y la tribu Khoikhoi sufría. La tierra estaba agotada, y el
desespero se apoderó de la gente. En su angustia, los ancianos de la tribu
recurrieron a la antigua profecía que hablaba de un león blanco que salvaría la
tierra en tiempos de necesidad.

El
líder de los Khoikhoi, un hombre sabio y respetado llamado Nkosana, decidió
emprender un viaje en busca del león blanco. Guiado por los sueños y la
esperanza, se adentró en las vastas llanuras en busca del león que podría traer
la salvación.

Después
de días de búsqueda, Nkosana finalmente encontró al león blanco en lo profundo
de una cueva sagrada. Con humildad y reverencia, le habló al león sobre la
difícil situación de la tribu y le pidió ayuda.

Conmovido
por la sinceridad y el respeto de Nkosana, el león blanco accedió a ayudar. Le pidió
a Nkosana que regresara a su tribu y que una vez allí realizaran una danza de 3
días continuos. Le dijo además que el lo seguiría a distancia y que a los 3 días
escucharían un rugir como nunca antes se había oído en la gran sabana. Nkosana obedientemente
regreso a la aldea y convocando a todos comenzaron a danzar y a cantar. El día paso
y pese al cansancio siguieron danzando y cantando. Y así llego el tercer día y
cuando todos ya cansados no podían dar ni un paso más vieron como de la nada surgía
una figura justo en medio de ellos. Era la figura del gran león blanco. Y allí
frente a ellos se erigió con toda su altura y levantando su cabeza blanca con
una melena blanca rugió con tal fuerza que todos los allí presente cayeron al
suelo. 

De pronto las escasas nubes que había comenzaron a acumularse y se fueron más y más oscuras. Y el día se volvió noche al cubrir estas nubes oscuras los rayos del sol. Después de una rato todos los habitantes humanos, animales y vegetales de la sabana vieron como pequeñas gotas comenzaban a caer. Y en cuestión de minutos un torrencial de lluvia se apoderaba de todo a su alrededor. 

En medio de la lluvia y debido a la alegría de sentir las gotas cayendo sobre ellos nadie noto que aquel león que minutos antes se encontraba en el medio de la tribu, había desaparecido. 

Cuentan los que saben que La lluvia continuó durante días, llenando los ríos y reviviendo la tierra sedienta. Los animales volvieron a la vida, y la tribu Khoikhoi celebró la bendición del león blanco con cantos y danzas de agradecimiento, 

Desde entonces, el león blanco siguió siendo un símbo