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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com


Había una vez un burro y un camello que trabajaban para un campesino. El campesino maltrataba mucho a ambos animales y además los hacia trabajar desde la mañana hasta la mitad de la noche y poco les daba de comer. 

Un día, cansado del mal trato el burro le dijo a la camello . no aguanto más esta vida que me están dando, mañana me voy a ir y dejare este campesino. 

El camello que le respondió. Yo también quiero irme pero no se como hacerlo. 

 

El burro que pese a su mala fama es muy inteligente le dijo. 

Este es mi plan. Mañana cuando nos carguen con los sacos de trigo nosotros vamos a caminar un rato, pero en algún momento cuando el sol este en lo alto nos tiramos al suelo y hacemos como si estuviéramos muertos de cansancio. 

Obviamente el campesino como es su costumbre nos va a golpear para que nos paremos y sigamos caminando con la carga de trigo. Pero nosotros nos quedaremos quietos, quietos y el campesino nos castigara de nuevo pero nosotros permaneceremos acostados. Finalmente, el pensara que efectivamente estamos casi muertos y nos dejara a mitad de camino y el continuara con el resto de animales cargados. 

 

-De acuerdo -dijo el camello. Así lo haremos.

Al día siguiente, el burro y el camello, como de costumbre, cargaron los sacos de trigo y comenzaron a caminar y cuando vieron que el sol estaba en lo alto y que el calor era mayor, simplemente se tiraron al suelo y se tumbaron como si estuvieran muertos. El campesino enojado se acercó a ellos y con una vara se puso a darles golpes, mientras les decía. Levántense animales. No es tiempo de descansar. Después de algunos minutos el camello se paro cansado de recibir golpes, pero el burro continuo tirado en el piso. El campesino pensó que el burro realmente estaba a punto de morir y recogiendo la carga del burro se la puso encima al camello quien le toco soportar el doble del peso. El astuto burro por su parte cerro los ojos y espero hasta que el campesino se hubiera marchado y feliz se levanto y comenzó a correr hacia el otro lado para que el campesino no lo viera. 

 

Caminando, caminando llego a una planicie donde encontró un animal que nunca había visto, era un tigre que estaba buscando que comer. El tigre había olfateado al burro y se el había acercado muy lentamente, cuando ya estaba cerca para abalanzarse sobre el el burro lo escucho y comenzó a mover las orejas, a estirar la cola y a rebuznar como solo los burros lo saben hacer. El ruido que producía era tal que el tigre paro en su carrera y se tapo los oídos. La imagen de aquel ser desconocido con grandes orejas, piel negra, cola parada, boca grande y una grito terrible lo asusto de muerte. 

 

Inmediatamente se dio vuelta y comenzó a correr hacia el otro lado hasta que llego donde un lobo que estaba igualmente paseando por la pradera en busca de algo delicioso que comer. El tigre que venia cansado de correr paro ante el lobo y este le dijo. 

Tigre que pasa nunca te había visto tan apurado. El tigre con temor le dijo. Acabo de ver un monstruo como nunca antes. Tiene alas en la cabeza, una lanza en la cola, es de color negro y produce un sonido infernal por una boca grande. Debe ser el mismo demonio. El lobo oyo esto y pensó. Me suena que debe ser un burro y se por experiencia propia que son muy deliciosos. 

 

-Ese animal es un burro. No debes tenerle miedo. Ven, va­mos juntos a atraparlo y prepararemos una buena cenita para los dos.

 

El tigre comprendió que lo habían engañado y furioso dijo. Conque no es un demonio, vamos pues y lo cazamos para la comida. 

Y juntos tigre y lobo salieron a buscar el burro. 

 

 El burro por su