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Juan David Betancur
elnarrodororal@gmail.com

Había una vez un muchacho nacido de noble estirpe ya que era hijo de la princesa berta hermana de  Carlomagno el primer emperador Europeo por allá en el siglo XVIII. El muchacho recibió el nombre de Rolando, nombre que hacía relación a un hecho fortuito al nacer ya que había rodado al suelo al salir del vientre de su madre. 

 

Habiendo crecido bajo el manto de la familia de Carlomagno, Rolando adopto la vida militar y con los años fue ganando reconocimiento como uno de los más aguerridos caballeros del medioevo y su destreza con la espada, la cual llamaba Durandarte lo hizo famoso. 

 

En el año 778 CarloMagno decidio atacar la hoy conocida ciudad de pamplona en la parte norte de lo que hoy es España y después de destruir sus murallas saqueo la ciudad antes de tomar el camino de regreso a Francia cruzando los pirineos. Los vascos que controlaban la ciudad juraron vengar la destrucción y decidieron perseguir las huestes de Carlomagno y su sobrino Rolando. 

 

Siendo los vascos amplios conocedores de los diferentes pasos montañosos y sus dificultades le tendieron una emboscada a la armada de CarloMagno en el paso de Roncesvalles, donde por lo escarpado del terreno, la fuerte armada de los francos podían ser objeto de ataques de enemigos menos numerosos. 

 

Sucedió que la retaguardia de los francos iba comandada por el valiente Rolando y al ser atacados por las tribus vascas que los persiguieron desde pamplona. Allí el 15 de agosto del año 778, los vascos atacaron por sorpresa al ejército franco y lograron separar y rodear a los soldados comandados por Rolando. Mientras el grueso del ejército de CarloMagno continuaba el cruce de los pirineos hacia Francia, Rolando y su pequeño número de soldados se quedaron en Roncesvalles enfrentando a los guerreros vascos.  Habiendo sido emboscados, sin apoyo del grueso del ejercito del emperador y con inferioridad numérica los francos fueron derrotados y Rolando quedo seriamente herido en el campo de batalla. 

 

Su caballo, de nombre vigilante, cayo sobre el cuerpo de Rolando y cuando las tropas vascas recorrieron el campo de batalla buscando sobrevivientes para aniquilarlos, lo tomaron por muerto y siguieron sin rematarlo. Cuenta la leyenda que cuando rolando volvió en si, sintió el cuerpo del animal sobre el y haciendo un esfuerzo sobre humano se apoyó con una mano sobre una roca y levanto todo el peso del animal, dejando además las marcas de sus dedos sobre la roca. 

 

Mal herido, desorientado y solo Rolando se juró que volvería a ver tierra francesa antes de morir así que jadeando llego hasta el valle de Ordesa que esta bordeado por los riscos que dividen Francia y España. Los altos riscos pirineos eran ya de por si un paso difícil de superar y más cuando se encontraba mal herido. Mientras comenzaba a subir las grandes montañas oyó como desde el valle una jauría guiaba un contingente de vascos que lo habían descubierto mientras trepaba los grandes riscos. 

 

Finalmente, solo le faltaba flanquear el monte perdido, un alto peñasco de más de 100 metros de altura que dividía efectivamente esta tierra de su amada patria francesa. Sus fuerzas estaban ya perdidas y su único interés en lo poco que le quedaba de vida era ver por ultima vez sus tierras francesas y así despedirse de este mundo. 

 

Rolando intento subir la escarpada pared de piedra, pero se le era imposible, asi que tomando su espada Durandarte la lanzo buscando que ella si pudiera caer al otro lado del promontorio de piedra. La espada Durandarte golpeo la pared de piedra pero al no poder superar la altura de 100 metros cayo de nuevo a los pies de Rolando. Este la tomo y con un ma