¡No es casualidad! Aprende de toda causalidad
Por Dr. C. J. Calcador
Especialista en Gerencia de Impacto Social
"El burro y la flauta" es una fábula de Augusto Monterroso, una magistral adaptación del poema de Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo (1750-1791)
Poeta, fabulista y dramaturgo español, nacido en Puerto de la Cruz de la Oratava (Tenerife) en 1750, y fallecido en Madrid en 1791
Era un precioso día de primavera. En una parcela, un burro se paseaba de aquí para allá sin saber muy bien cómo matar el aburrimiento.
No había muchas cosas con qué entretenerse, así que charló un poco con la vaca y el caballo, comió algo de heno y se tumbó un ratito para relajarse, arrullado por el leve sonido de la brisa. Después, decidió acercarse hasta donde estaba el naranjo en flor por si veía algo interesante. Caminaba despacito al tiempo que iba espantando alguna que otra mosca con la cola.
¡Qué día más tedioso! … Ni una mariposa revoloteaba cerca del árbol. Bajo sus patas, notaba la hierba fresca y sentía el aroma de las primeras lilas de la estación. Al menos, el crudo invierno ya había desaparecido.
De repente, sintió algo duro debajo de la pezuña derecha.
Bajó la cabeza para investigar.
– ¡Uy! ¿Pero qué es esto? ¿Será un palo? ¿Una piedra alargada?… ¡Qué objeto tan raro!
Ni una cosa ni otra: era una flauta que alguien había dejado olvidada. Por supuesto, el burro no tenía ni idea de qué era aquel extraño artefacto.
Sorprendido, la miró durante un buen rato y comprobó que no se movía, así que dedujo que no entrañaba ningún peligro; después, la golpeó un poco con la pata; el instrumento tampoco reaccionó, por lo que el burro pensó vagamente que vida, no tenía. Temeroso, agachó la cabeza y comenzó a olisquearla. Como estaba medio enterrada entre la hierba, una ramita rozó su hocico y le hizo cosquillas. Dio un resoplido y por casualidad, la flauta emitió un suave y dulce sonido.
El borrico se quedó atónito y con la boca abierta. No sabía qué había sucedido ni cómo se habían producido esas notas, pero daba igual. Se puso tan contento que comenzó a dar saltitos y a exclamar, henchido de felicidad:
– ¡Qué maravilla! ¡Pero si es música! ¡Para que luego digan que los burros no sabemos tocar!
Convencido de su hazaña, se alejó de allí con la cabeza bien alta y una sonrisa de oreja a oreja, sin darse cuenta de su propia ignorancia.
MORALEJA: El burro tocó la flauta por pura casualidad, pero eso no le convirtió en músico. Esta fábula nos enseña que todos, alguna vez, hacemos las cosas bien sin pretenderlo, pero que lo realmente importante es intentar aprender lo que nos propongamos poniendo verdadero interés y pasión en ello.
En la fábula vemos a un sujeto que puede representar a una persona ordinaria, común, sencilla, trabajadora, en fin como la desees percibir, lo notable es que denota no ser músico o tener conocimiento alguno sobre la música, pero que fue capaz de producir con este artefacto desconocido sonidos agradables, jamás escuchados por el. Sin embargo aunque se alegro, y a pesar de este gran hecho, no fue capaz de reconocer el valor de su hallazgo. Esto evito que pudiese apreciar lo grandioso detrás de la experiencia vivida.
Cíertamente, la curiosidad pudo haber jugado un papel importante en este cuento, pues el objeto le llamo la atencion, el burro la tomo, y soplo, por pura casualidad, produjo para el, agradables notas. Pero eso no lo convirtió en un músico mucho menos en un gran flautista.
Esta fábula nos enseña que todos, alguna vez, hacemos las cosas bien sin pretenderlo. Por otro lado,en ese momento surge la oportunidad para cambios significativos en nuestras
Paz...