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La Virtud de la Pobreza VI

Pobreza de Persecución

Semana Santa 2021

Lourdes Pinto & Jordi Rivero

Tenemos una opción

El joven rico, nos dice el evangelio, "se fue triste". Tenía buenas razones para estarlo. Había sido amado por Cristo, buscado por Él. En una sola mirada, había recibido de Cristo una silenciosa declaración de amor: “Jesús se quedó mirándolo, lo amó” (Mc 10, 21). Pero su riqueza le impidió recibirla. (Pobreza, p. 52)

La elección sigue abierta. El Cristo vivo y resucitado todavía pasa frente a la gente y llama. Depende de nosotros elegir entre los dos destinos: el del joven rico o el de los apóstoles. (Pobreza, p.53)

"No se puede servir a Dios y las riquezas"

En el relato del nacimiento de Jesús vemos dos mundos marcadamente contrastantes: uno simbolizado por la posada, el otro por el establo donde nació. El primer mundo es todo luz, comodidad y actividad; la gente come, bebe, se divierte. Los ricos, vestidos con ropas lujosas, con pesadas carteras en sus cinturones, se bajan de sus caballos y van y vienen a su antojo. En el Segundo Mundo, en cambio, todo es pobreza, oscuridad, frío e incomodidad. Una joven, acompañada en silencio por su marido, está a punto de dar a luz a su primer hijo. Se ven obligados a compartir cama y comida con los animales. (Pobreza, pág.59)

La Navidad es un misterio. Su sola presencia revela dos mundos diferentes. Y estamos llamados a tomar una posición, a decidir a cuál de los dos mundos deseamos pertenecer. (P60)

El Evangelio nunca condena los bienes y riquezas terrenales en sí mismos. Uno de los amigos de Jesús es José de Arimatea, "un hombre rico" (Mt 27,57). Lo que Cristo condena es el apego al dinero y los bienes, el confiar en ellos como si “de ellos dependiera la vida” (Lc 12,15). A tal riqueza se le llama de diversas maneras “engañosa” (Mt 13, 22), “necedad” (Lc 12, 20), un obstáculo que trae la amenaza de Jesús, “ay de vosotros, los ricos” (Lc 6, 24). (Pobreza, pág.62)

Un hombre de negocios inglés escribió: “El dinero es una cosa contaminada, y la única forma en que no seré contaminado por él es usándolo con honestidad y generosidad. Debo verlo como un medio para hacer el bien a los demás y no como la base de mi propia felicidad y seguridad. Solo soy un mayordomo llamado por Dios para usar los talentos y las riquezas que me ha prestado para construir su Reino aquí en la tierra. Seré juzgado por mi mayordomía y no por mi riqueza. No puedo usar dinero para pagar un mejor abogado ni para sobornar al juez. Solo puedo usarlo para acumular tesoros para mí en el cielo mediante cada pequeño acto de amor y generosidad hacia los más pequeños de los hermanos y hermanas de Jesús, a quienes trajo a mí para que les ayude". (pág. 70)

Debemos vivir la virtud de la pobreza y dejar que nos desafíe y nos juzgue.

La Pobreza espiritual del “Primer Mundo” 

“Tú dices: «Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada»; '” (Ap 3, 17) Hoy, detrás de ese “tú”, se esconde toda una civilización que se enorgullece de sus impresionantes logros tecnológicos. También está tentada a pensar en sí misma como rica, sin necesidad de nada, ni siquiera de Dios. Por eso la respuesta del Señor resucitado es también para nuestro mundo: “no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo.” (Ap 3, 17). ¡Esta es exactamente la pobreza espiritual de nuestro llamado "Primer Mundo"! (Pobreza, p. 85)

 ·      31/5/2010 –Día de los veteranos en Estados Unidos

Profecía para Estados Unidos / Misioneros de la Cruz

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