Paganini surgió, triunfante, el público
deliró. Paganini empezó a tocar su violín. Blancas y negras, fusas y semifusas,
corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar con el toque de aquellos
dedos maravillosos. De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño del
público. Una de las cuerdas del violín de Paganini se había roto. Pero Paganini
continuó tocando. De repente, otra cuerda del violín de Paganini se acababa de
romper.
Pero Paganini siguió con el concierto. Todas
las personas, asombradas, gritaron cuando la tercera cuerda del violín de
Paganini se rompió. El director y la orquesta se detuvieron una vez más, como
la respiración del público, que pensó que el concierto había llegado a su
final. Pero Paganini siguió. Como si fuera un contorsionista musical, arrancó
todos los sonidos posibles de la única cuerda que quedaba en el violín. Ninguna
nota fue olvidada. Amigo tal vez las cuerdas de su vida se están rompiendo,
pero no se detenga, recuerde que Dios le ama y le quiere ayudar en su vida,
acérquese a él y continúe la sinfonía de su vida.