Roberto López y el maestro Azuaga rinden homenaje a uno de los más grandes jugadores y personajes de la historia del ajedrez, el gran maestro Savielly Tartakower.
Sus aportaciones teóricas son de sobra conocidas por los aficionados al noble juego (la apertura catalana, por ejemplo, fue inventada en 1929 por Tartakower en Sitges, tras una suerte de concurso que ideó Frances Armengol para que Cataluña también tuviera una apertura propia), pero quizás no sean tan reconocidas otras hazañas que protagonizó fuera del tablero. Tartakower fue un excelente periodista, escritor prolífico, luchó con valentía en las dos guerras europeas, contribuyó al descifrado del código Enigma de los nazis y se convirtió en amigo personal de Charles de Gaulle.
El británico Harry Golombek, otro gran ajedrecista de la época, hablaba de Tartakower en estos elogiosos términos:
"El Dr. Tartakower es por mucho el más culto e ingenioso de todos los maestros ajedrecistas que he conocido. Su muy centrada mentalidad y su natural ingenio hacen de su conversación un constante placer. Tanto es así que considero que Tartakower es una de las más brillantes atracciones que un torneo internacional puede depararme. Su charla y pensamiento se asemejan a una modernizada mezcla de Spinoza y Voltaire; y con esta, todo un toque de paradójica originalidad que es esencialmente Tartakower."
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