La música ha servido principalmente para manifestar y exteriorizar estados de ánimo, pero no siempre ha de ser necesariamente así. En nuestro caso, buscamos estilos de música que sirven para mirar hacia adentro, para reconectarse con la calma y con la belleza esencial del mundo.
Es música cuya mayor virtud es transformar el silencio en emoción y el tiempo en un lugar cómodo y habitable. Hay en ella un pulso humano, una suavidad que abraza sin peso. Es música que no busca destino, que llega sin prisa, apenas sugerida, como un recuerdo que no necesita palabras.
Entre toda la música posible hay una que consigue construir un estado de quietud lúcida. No hay historia ni clímax, sólo una presencia que acompaña, que sutilmente acaricia más que destaca, como una especie de minimalismo romántico orquestal.
Hans Zimmer, Aureon Vale, Keith Richie, No Rest for the Forsaken, Mychael Danna & Tim Clément, Hidden Tales.
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