Puede que, a priori, "Dangerous Animals" (Sean Byrne, 2025) te parezca otra película de tiburones, pero es mucho más que eso. Te habla, también, de la fascinación incómoda por el dolor ajeno. Esa mezcla de curiosidad y crueldad que está mucho más presente en nuestras vidas de lo que nos gustaría reconocer. Va sobre esa mezcla de atracción y rechazo hacia lo prohibido, lo peligroso, lo perturbador. Aunque no de una manera directa, te habla de lo que sientes cuando no puedes dejar de mirar un accidente de coche, cuando abres un vídeo que sabes que no te va a gustar pero lo ves igual, o cuando sientes curiosidad por lo que, en teoría, no deberías desear.
Y en medio de todo eso, no tienes claro quiénes son los “animales peligrosos”, porque hay donde elegir: están los tiburones, la chica que va de independiente pero en el fondo tiene pánico al compromiso, el chico guapo que juega a ser humilde mientras está atrapado por el mito del amor romántico y el hombre que nunca supo gestionar sus traumas y terminó convertido en un psicópata tan carismático como repulsivo. Tú eliges.
Pulsa play, chati, y déjate arrastrar por lo que sabes que no deberías escuchar… pero sabes que no vas a poder evitar.
