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Según la tipología de los asesinos en serie, Dorothea Puente es una asesina hedonista, es decir, aquella que lo hace por el placer de hacerlo. Esta categoría está dividida en tres subcategorías y ella se encuadra dentro de la “asesino por comodidad o beneficio”, aquella que realiza el crimen no por el placer del crimen en sí como en los asesinatos hedonistas por emoción o lujuria, sino por lo que consigue posteriormente. En este caso, el dinero de todas sus víctimas. Según la policía, la asesina llegó a ganar más de 5.000 dólares mensuales.
En su casa de huéspedes en Sacramento (California), Dorothea envenenó con su medicación a varios ancianos, cuya muerte ocultaba para seguir cobrando sus pensiones. Este fue siempre su modus operandi. Les envenenaba con una sobredosis de medicación y, posteriormente, los hacía pasar por una muerte natural. Mientras no se descubría sus muertes, Puente seguía cobrando los cheques de los asesinados. En algunos casos, enterraba los cuerpos o los hacía desaparecer en un río cercano para que nadie los pudiera descubrir nunca.
Tras la denuncia de desaparición de uno de los inquilinos, la policía encontró ocho cadáveres enterrados en su propiedad, “muertes naturales” para la asesina. Después de que descubrieran un cuerpo sin identificar en un río, Ismael Flores, un trabajador de mantenimiento, confesó que Dorothea le pidió que tirara al río la caja con el cuerpo. Aun así, tardaron más de tres años en poder conectar el caso con los desaparecidos en su casa de huéspedes.
De los 9 asesinatos con los que se le relacionó, solo se pudo demostrar su participación en 3, por los que fue condena