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Nos encontrábamos a finales del mes pasado con Roma Gallardo de nuevo en televisión. Esta vez fue llamado para debatir sobre los impuestos y las personas que se marchan a otros países buscando mejores condiciones fiscales. La postura de Roma, ya conocida por sus seguidores, era clara: no quiere que el Estado le robe, y que lo poco que se le tenga que quitar, se utilice de forma eficiente y honesta, una postura totalmente extremista, podríamos decir. Y al contrario que la opinión hacia otros éxodos de personas, si como decía Roma, usted no encuentra motivos para darle al Estado todo lo que le quita sin ocuparse luego de lo que le promete, y decide marcharse a Andorra, usted será un insolidario al que hay que señalar y degradar por ello.
No en vano, para enfrentar el peligroso discurso de Roma Gallardo, en plató teníamos a Sara Pérez Santaolalla, Samantha Villar y, por si fueran pocos los todólogos en plató, Helio Roque, un grandilocuente influencer veinteañero con una capacidad argumentativa igual o menor que sus dos compañeras. Y efectivamente, enfrentaron el discurso de Roma Gallardo desde el clásico juego sentimental que siempre nos arroja a la dualidad impuestos o cáncer.
Y no es la primera vez que este debate se afronta de la forma más infantil y deshonesta posible. Fue Javier Ruíz, un flamante afín ya en los espacios de TVE, quién en 2021, y ante la marcha de varios youtubers a Andorra, arremetió contra ellos al grito de ¡Chavales que estáis viendo esto, os están robando!
Un debate al que, desde el gobierno y los medios, se le sigue dando la misma explicación: el chantaje emocional. Porque ante la cada vez más evidente degradación de todos los servicios públicos, preguntarse adónde va el dinero, y ahora que en la actualidad se recauda más que nunca, la respuesta es la falacia de los hospitales, las carreteras y los colegios. Porque da más votos el discurso sentimental de quién pagará el cáncer, que aceptar que quién aprueba este expolio, es o porque vive de él, o porque le han comido hasta la última neurona que le quedaba.
Pero claro, si hay Estados de por medio, podemos esperar lo peor.

La libertad es el faro 🌗