Anto Atalaya agradece enormemente que alguien se apunte a esta zozobra musical que hoy navega por esos mares rítmicos del sur. Una tempestad rítmica que tiene mucho que ver con nuestro Río Grande y que alguien con mucho tiento lo llamó igual que se llama a aquello que procede de lo más profundo de nuestro ser, de nuestra alma.