Como decía De la Rosa, sabemos de lugares (no muchos) donde uno se siente en casa, donde ir a escuchar un concierto o simplemente echar una caña hacen que uno note el calor hermano de la gente como el del abrazo de una novia (o un novio). Uno de esos pocos lugares en Barcelona, quizás el único, era (es) el Rocksound. La pandemia de los cojones y el buitreo inmobiliario nos dejan huérfanos (por ahora) del que puede que sea el bar / sala de conciertos más influyente de la última década. Un espacio que si no hubiese existido de ninguna manera habríamos visto en nuestra ciudad a gente como Bob Wayne, Hogjaw, Sctott H. Biram, The Bonnevilles o Flying Eyes entre otros. Sin el Rocksound como laboratorio, cantera y campo de tiro seguramente tampoco habría florecido esta excitante escena heavy psich de Barcelona de los Prisma Circus, Saturna, Electric Monolith, Cachemira y otros tantos. En resumen un santurio, un lugar de culto cuyo derrumbe ha hecho saltar las lágrimas a más de uno. Pero tranquilos porque Antonio Celeiro y Edu Izquierdo (más tarde también Jalón y Eskudero) además de repasar algunos de los conciertos que han pasado por Almogávers 116 nos dicen en El Temple del Gos que están en ello, que no salen de Pueblo Nuevo y que solo falta la firma de la Colau... ahí estaremos, prestos a aporrear la nueva puerta, en ascuas... larga vida al Rock...Sound.
