El primer viaje de Federico I a Roma no solo sirvió para obtener la corona imperial, sino que, al igual que los cinco viajes siguientes, persiguió asegurarse del control absoluto de la Italia perteneciente al Imperio, sobre todo de las rebeldes ciudades lombardas. Su objetivo primordial era que sus derechos soberanos estuvieran por encima de los del Papa y la Iglesia católica. Tras asegurarse la fidelidad de sus aliados alemanes, irrumpió por segunda vez en Italia y en paralelo se enfrentó legalmente a las tesis de la primacía papal en la dieta de Besançon (1157). Terminada la paciencia del emperador, sus tropas sitiaron la ciudad de Milán y arrasaron la ciudad de Crema, hecho que le valió la animadversión general de otras ciudades. Pese a tener que retirarse, Milán terminó siendo derrotada y arrasada en 1162 y la lucha contra Roma culminó con el nombramiento de un antipapa controlado por Federico, Víctor IV. El cisma eclesiástico consiguiente, la injerencia normanda desde Sicilia, el peso de Bizancio, los cambios constantes de bando de algunas ciudades lombardas y el caos más absoluto se adueñaron entonces del escenario italiano en la tercera y cuarta campañas del soberano germánico. Federico I luchaba ya sin cuartel contra todos. Hoy, en Almas del Medievo, retomaremos el hilo de las violentas expediciones italianas de Federico I Hohenstaufen y asistiremos al momento más belicoso de su vida.
Música
Track: The Revelation
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Track: Invincible
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Track: Echoes of Ireland
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