Cincuenta años después que un golpe fascista derrocara al presidente socialista de Chile, Salvador Allende, América Latina sigue amenazada por Estados Unidos (EE.UU,), un imperio que acostumbra pisotear soberanías y que mantiene planes tácticos y estratégicos cambiantes para evitar su debilitamiento en aquellas regiones donde hay posibilidades de cambios favorables a gobiernos progresistas e inclusivos. Como el del Chile de 1970.