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No hace mucho que la mente se situaba alegada del cuerpo, la ciencia creía que lo que pasara en la mente no podría afectar al cuerpo y viceversa. Si estabas triste, contento, enfadado y delirando nada tenía que ver con el funcionamiento fisiológico, se creía que cada uno iba a su ritmo. Esto era así porque, en un primer momento, este tipo de sentimientos, sensaciones… como quieran llamarlo, no se podían medir, pesar, evaluar. Ahora sabemos que todo lo que sucede en nuestra mente tiene un origen. Si estamos contentos, tristes, eufóricos o depresivos es porque en nuestro cerebro ocurren una serie de procesos químicos que generan estos sentimientos. Tanto es así que ya hay fármacos que crean estos sentimientos o ayudan a paliarlo. Y que decir de las demencias, perfectamente analizadas en estos momentos.
Hoy les queremos hablar de una disciplina mental que tiene efectos físicos en el cerebro. ¿Han oído hablar de la meditación? Ese ejercicio que busca entrenar nuestra mente para centrarnos en el presente o focalizar la atención en algo concreto… o en nada, dejarla en silencio. Esta antigua práctica que ayuda a la mente también modifica físicamente nuestro cerebro. Hoy les hablaremos de un estudio que ha analizado el cerebro de practicantes de meditación y ha encontrado algo sorprendente. Con el profesor de la Universidad de La Laguna Sergio Elías Hernández.