Cuando pensamos en la alta montaña, la primera especie que se nos viene a la mente es, sin duda, es el rebeco. Su hábitat, la armonía de sus saltos, su inteligencia y la dificultad que implica su caza, convierten a nuestro protagonista en el rey de la alta montaña.
Los Picos de Europa y las montañas asturianas son y serán los retos de muchos montañeros, pero ninguno de ellos podrá superar la destreza y la agilidad de nuestro escalador de cabecera.
La silueta de nuestro animal de hoy recortada contra el cielo y oteando la distancia, es sin duda una de las imágenes más características para locales y senderistas.
Aferrado a la roca, sin miedo al vacío y aun así pendiente de todo, el rebeco nos hace pensar que lleva ahí tanto tiempo como las montañas que lo rodean.