A la política se viene llorado. Y, frente al comunismo, no vale otro camino que ponerlo frente al espejo todos los días, sin complejos, destaparlo con toda la crudeza de su horror. Sin darles el más mínimo respiro democrático. No hacerlo, agachar la cabeza, o atacar a quien los combate es alimentar al monstruo, ese que, como decía el diputado Sánchez del Real en el Parlamento, más temprano que tarde, vendrá a por todos nosotros. Incluída Cuca. No se le olvide a los tibios.