PP y PSOE han fomentado el concepto de una España subsidiaria, puramente ornamental, incluso fantasmagórica o anacrónica para poder pactar sus corruptelas con los partidos nacionalistas que niegan la existencia de España, o directamente buscan su destrucción. Esa traición ha debilitado nuestra nación desde arriba, cegando a los ciudadanos, a quienes se les lanza constantemente el mensaje de que lo propio es la región, la provincia, la aldea. En definitiva, los grandes partidos constitucionalistas han horadado el sentido de pertenencia nacional. Y lo han hecho desde las instituciones forjadas para preservar y reforzar esa pertenencia. No puede extrañarnos, pues, que, en estas horas de debilidad, donde España recibe humillaciones constantes a nivel internacional, el siguiente paso sea vender nuestra soberanía a países o instituciones extranjeras.
