El Partido Popular siempre se ha visto reflejado en el PNV y en la extinta CiU, hoy Junts, como hermanos políticos. La renuncia de la derecha española a discutir el liderazgo de las posiciones conservadores en la regiones donde existía un nacionalismo de derechas, fiándolo todo a un pacto con ese diablo, nos ha traído hasta aquí. Es más, en regiones donde ese nacionalismo antiespañol existía, pero no existía un equivalente al PNV, como en Galicia, el PP, en lugar de aprovechar esa circunstancia para restar poder al independentismo, asimiló las tesis nacionalistas y, durante cuarenta años, ha fomentado en escuelas e instituciones la cultura nacionalista, y la concepción de España como un ente subsidiario y abstracto.