La desconfianza se ha instalado, de una manera brutal, en nuestra sociedad. Nos cuesta entender el mundo en el que vivimos. Hay una crisis y mil expilcaciones de ella, pero ninguna es sencilla y, mucho menos, clara. Vivimos en la era de la información, pero pocas veces hemos estado tan desinformados y tan poco sabedores de lo que es verdad y de lo que es mentira. Se proponen modelos escasamente edificantes. Los dirigentes utilizan, para sembrar desconfianza, el vocerío y el menosprecio como elemento dudosamente comunicativo. El discurso moral se ha debilitado y las ideologías se han polarizado. El individualismo se ha adueñado de la sociedad. Las redes están plagadas de bulos o medias verdades…Todo ello permite la existencia de un campo de cultivo idóneo en el que florezca la desconfianza.
