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Description

Vivimos en una cultura pretendidamente científica, donde cualquier relato fabulístico no tiene cabida. Nos sentimos orgullosos como herederos de un mundo emancipado de elementos mágicos, libre de supersticiones. Consideramos a nuestra sociedad como vacunada ante esos discursos elaborados para los crédulos, como el ratoncito Pérez, los Reyes Magos… o cualquier asunto que huela a “ficción”. La Ilustración hizo limpieza de nuestras quimeras y ahora sabemos a qué atenernos: solo los hechos.
No obstante, resulta paradójico percibir que incluso eso, nuestra pretendida “mayoría de edad”, no deja de ser otro discurso que nos hemos aprendido. También somos crédulos al pensar que el ser humano se ha vuelto crítico y racional, que por someter todo a las matemáticas hemos alejado de nosotros el peligro de la ambigüedad.