Nos dice el refranero “La persona es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. Y es verdad. La vida es una escuela repetimos hasta la saciedad, pero nos quedamos ahí, en la frase hecha sin más.
¿Qué hace falta para que la vida nos enseñe de forma eficaz? ¿Por qué se repiten de manera tan mecánica los errores? ¿Por qué no leemos con más frecuencia, detenimiento y eficacia lo que la vida ha escrito, a sangre y fuego a veces, en nuestra piel? Me sorprende sobremanera la facilidad con que se repiten los errores. Siendo padres cometemos las mismas equivocaciones que, educativamente hablando, consideramos cometieron con nosotros. Seguimos alimentando desavenencias familiares ya vividas. Permanecemos, por orgullo, en el error, aunque ello nos cueste la amistad. ¿Cómo es posible que en poco tiempo se haya olvidado todo lo vivido?
