“Hasta que Él venga” es una invitación a anhelar y desear la venida de nuestro Señor Jesús, creando al mismo tiempo, un impacto y reacción en nuestra vida espiritual. Basándonos en la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), se resaltaron tres principios fundamentales para mantenernos enfocados hasta Su regreso.
Primero, se habló de permanecer en santidad, recordándonos que nuestra identidad en Cristo nos aparta para propósitos eternos. La santidad no es un mérito humano, sino el resultado de la obra redentora de Jesús. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de proteger y cultivar esa relación de santidad con Dios frente a los desafíos que intentan desviar nuestro propósito.
En segundo lugar, un llamado a caminar en esperanza. La espera puede ser dolorosa, pero también es un instrumento divino para moldear nuestro carácter. En medio de las pruebas, la fe, la paciencia y la confianza en la fidelidad de Dios se convierten en pilares que sostienen nuestra esperanza. No se trata de una espera pasiva, sino de vivir con gozo y expectación, creyendo firmemente en el cumplimiento de las promesas de Dios.
Por último, se enfatizó la importancia de no apagar al Espíritu. Como las vírgenes prudentes que cuidaron de tener suficiente aceite, estamos llamados a depender del Espíritu Santo para mantener nuestra luz encendida. Su presencia en nuestras vidas es esencial para vivir con poder, dirección y unción. Sin Él, nuestras obras carecen de impacto espiritual.
Este mensaje es un llamado urgente a vivir en preparación y fidelidad, anhelando el regreso de nuestro Señor. Mientras esperamos, debemos vivir con propósito, esperanza y la guía constante del Espíritu, proclamando con nuestras vidas: “¡Ven, Señor Jesús!”
