En un mundo en el que los principios éticos y morales son fácilmente entregados por causa de intereses personales o por la presión personal que supone defenderlos, los creyentes en Jesús no debemos imitar esa actitud, por mucha que sea la presión a la que estamos sometidos todos los días por causa de nuestra fe, sino mantenernos inamovibles en los principios de la Palabra de Dios.
La Biblia nos enseña a través de las palabras del apóstol Pablo a los corintios que, frente a los desafíos que enfrentamos, y que son propios de nuestra vida de fe, debemos permanecer firmes, constantes y en una actitud de crecimiento continuo, por medio del servicio a los demás y a Cristo, manteniendo en nuestra mente y espíritu la esperanza de la segura recompensa de ese servicio.
