La verdadera espiritualidad tiene sensibilidad, como la que tenía Jesús. Él tenía compasión, la cual te lleva a no preguntar nada y a darlo todo. A veces, nos creemos que somos libres, pero realmente estamos oprimidos. Para poder ser verdaderamente libres tenemos que derribar argumentos y quitar toda altivez, orgullo y soberbia de nuestro corazón. Podemos ser salvos sin llegar a ser libres, para poder tener ambas cosas debemos dejar que la palabra de Dios gobierne cada área de nuestra vida y que Él sea nuestro único y verdadero Señor. De igual manera, debemos mantener una disciplina diaria, que es lo que nos permitirá mantener nuestra intimidad con Dios; dejar de enfocarnos en nuestra vida terrenal, manteniendo nuestra mirada en nuestra vida espiritual. Esto nos será posible utilizando las armas que Dios nos ha dado, las cuales son: la oración, la alabanza, la confesión de su Palabra y la obediencia.