Resulta difícil seleccionar un círculo del infierno adecuado, dentro de los descritos por el Dante, para ubicar a quienes se aprovechen de las víctimas de una tragedia para exigir sexo con niños a cambio de comida o medicamentos. No hay manera de describir tamaña maldad y sin embargo se trata de un hecho que se repite una y otra vez que ya es moneda corriente dentro del rubro: ayuda humanitaria.
Esta semana se dio a conocer, porque no se pudo ocultar por más tiempo, que al menos 21 empleados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU) violaron a mujeres y niñas mientras eran parte de la delegación de ayuda durante el brote de ébola sufrido por la República Democrática del Congo entre 2018 y 2020. Las víctimas sufrieron violaciones y a posteriori extorsiones y amenazas para abortar dado que las violaciones se llevaban a cabo sin anticonceptivos, por imposición de los empleados de ONU.