Emergentes político/sociales como el caso paradigmático de Milagro Sala o Emerenciano Sena no son extraños. Crecieron al calor de una recomposición de poder que Argentina permitió y financió como respuesta al colapso de su sistema de representación cuya agonía lleva décadas. Un recorrido sencillo por la hemeroteca da cuenta de las alabanzas y apoyos que estos personajes tienen en sus etapas iniciales. Como toda podredumbre, comienzan con una pequeña descomposición permitida y hasta aplaudida. Pero, sobre todo, tienen origen en la concepción paternalista enquistada en toda la dirigencia política (bueno, toda no, el 98,7689%). No existirían los Sala o los Sena sin planes sociales y subsidios a la existencia misma que es el único programa y plan de gobierno argentino. Chaco llegó a manejar casi un tercio del presupuesto nacional para estos fines. De más está decir que la mayoría de sus habitantes depende de la caridad de los punteros para subsistir.