Los antiguos viajeros mostraban su respeto a Hermes colocando piedras en las hermas, unas columnatas cuadrangulares coronadas con el busto del dios Hermes, que eran colocadas en los antiguos caminos y trillos.
Las hermas –que originariamente habrían sido túmulos funerarios– se usaban como hitos o señales para marcar límites, caminos y fronteras, y de acuerdo a algunos investigadores el mismo nombre Hermes significaría “dios del montón de piedras”.
Hermes podía moverse sin problema por los tres mundos: el de los hombres, el de los dioses y el inframundo, y en este sentido sus hermas serían “puertas”, en cierto modo algo así como “ascensores” que comunican esos tres mundos, y se colocaban estratégicamente en las encrucijadas, es decir donde es necesario elegir uno de los caminos.