Los antiguos tenían una conexión directa con el cosmos y se sentían parte de un todo armónico, con ciclos y ritmos que podian detectarse tanto a nivel macrocósmico como microcósmico.
Los dos astros que sentían más cercanos eran la luna y sol. La luna -que la veían cambiar de forma a lo largo de 28 días- la asociaron a lo femenino, a la noche, al frío, mientras que el sol se vinculó al padre, lo masculino, el día, el calor.
La luna y el sol, dos elementos fundamentales en todas las mitologías, el folklore de los pueblos, así como en la simbología arcaica. A veces estamos tan dormidos, tan divorciados de la naturaleza que hablamos de simbolismo y de conceptos vinculados a estos astros pero siempre desde el papel, desde la imagen, desde lo libresco, lo teórico, sin salir al aire libre y contemplar serenamente el sentido profundo de la luna y el sol.