El astrónomo inglés Richard Carrington presenció una explosión de luz blanca en la superficie del Sol el 1 de septiembre de 1859, que lanzó enormes llamaradas de energía equivalente a más de diez mil millones de bombas atómicas. Debido a ello, las auroras boreales fueron vistas en diversas latitudes del mundo. El escritor Julio Verne pudo verlas en Glasgow, fenómeno que le terminó inspirando uno de los pasajes más célebres de "Viaje al centro de la Tierra".