Insatisfecho por el bestialismo, el joven Peter Kürten se dedicó a asesinar, y descubrió la reacción de su cuerpo a la vista de la sangre. A medida que sus oscuros deseos se iban enconando, abrazó el sadismo en todas sus formas. Y en 1929, una espantosa matanza le valió un escalofriante apodo.
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