En 1996, se estableció en un pequeño pueblo de Ucrania con su novia, y fue un cariñoso suegro de sus hijos. Pero las voces en la cabeza de Anatoly Onoprienko no le dejaban descansar. Su violencia despiadada y aleatoria desencadenó la mayor persecución de la historia de Ucrania, e incluso entonces la policía no pudo acabar con el asesino al que llamaban "Terminator".
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