Laura, Fernanda e Isabella estudian la carrera de fisioterapia en la Universidad del Rosario, Argentina. Su profesor de promoción y prevención de la salud pública, Gustavo, les ha contado que en los arrabales de Bogotá vive la señora Martha, “La Monita”, una líder social emblemática por su defensa de los derechos de su comunidad. Para llegar a La Flora, el territorio rodeado de montañas en el que vive La Monita, sólo hay 2 vías de acceso por carretera. Trasladarse hasta allá en coche es un privilegio en el que las jóvenes apenas habían reparado. La mayoría de las cerca de 25 mil personas que habitan en la zona tardan dos o tres horas en llegar a su trabajo o al hospital (a lo que ha de añadir otras tantas horas para su regreso) porque sólo existen 2 líneas de autobús que cubran esta distancia, además de unas cuantas no tan legales. Lo que no imaginan es que en el territorio conocerán también a Johan, Marlon y Santiago, tres jóvenes de “La montaña resiste”, un grupo que lucha por los derechos de su territorio. El abandono que vivieron en La Flora durante la pandemia les empujó a organizar la autogestión de la salud comunitaria. Ninguno tenía conocimientos de medicina de modo que aprendieron primeros auxilios a través de los tutoriales que encontraban en las redes sociales. Para paliar la injusticia alimentaria (el hambre) crearon huertos comunitarios y apoyaron a los líderes y las lideresas del territorio en las iniciativas de soberanía alimentaria. En pocos minutos empezarán a crear puentes con las recién llegadas. La juventud de Colombia había protagonizado innumerables marchas, movilizaciones, paros, cacerolazos… para reivindicar los derechos de la ciudadanía. Sus protagonistas fueron, precisamente, los y las jóvenes de los territorios. Johan, Marlon, Santiago y La Monita, son parte de esa Montaña que resiste.