Los talamontes siempre han actuado en contubernio con corporaciones federales, ya que la actividad genera ingresos cuantiosos. La explotación irracional de la riqueza silvícola de Huitzilac y sus alrededores, así como en otras regiones morelenses, no tendría razón de ser sin el encubrimiento de agentes gubernamentales. Por eso son exiguos los cateos y la detección de aserraderos ilegales.