Ermitaño y abad, versado en Sagrada Escritura, que se desprendió de todas sus propiedades para entregarse a Dios, viviendo primero en soledad y luego en comunidad; en Francia adopta el nombre del santo la población que después se formó en la región de la Camargue y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y acabado el curso de su vida mortal. Es uno de los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir), y es invocado contra la peste, como protector de los tullidos, mendigos y herreros, y para hacer una buena confesión.