Presbítero, de estirpe regia, que, asesinados sus padres y hermanos y tutelado por su abuela, santa Clotilde, se hizo clérigo renunciando al reino terreno, viviendo primero como ermitaño bajo la dirección de san Severino, y posteriormente en comunidad, llegando a ser el abad del monasterio de Novigentum, en las cercanías de París; es el primer santo de sangre real que ha sido canonizado por la Iglesia.