Como ya lo viera Sócrates, y en ello, al parecer, le siguió Platón, el único criterio para distinguir entre "buena" y "mala" retórica es de carácter ético: la primera, se supone que acompaña al bien y la verdad segunda al mal y el engaño, lo que, entre otros, se puede presentar como egoísmo, codicia, y demás vicios.