—Por supuesto. Eres joven, llevas aquí solo dos meses y has hecho cosas importantes. Se te considera. Serás un traumatólogo excelente.
—Iré a ver tu clínica esta tarde. ¿Te parece?
Germán guardaba los documentos firmados.
—Te espero a las siete y media, que es cuando suelo cerrar la clínica.
—Estaré allí.
Pero no estuvo.
Primero quiso hacer otra cosa.
Porque para ver la clínica de Germán siempre era momento apropiado y aquello otro, no…