Entiendo que uno debe adaptarse al lugar en el que está y que los significados de las palabras pueden variar, pero algunos lo fuerzan demasiado. «¿Cómo que “coge el móvil”, Víctor?, si yo te conocí en Maripérez», le dije a mi amigo antes de atender la llamada de aquel número desconocido.
Era el dueño de Firu, por fin.