Listen

Description

Temas a tratar:

  1. Nadie le vio jamás (2:58 )
  2. La gloria de salvación (9:19)

Desarrollo:

1. Nadie le vio jamás

Juan 1:18 (RVR1960)

“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

Juan 5:37 (RVR1960)

“También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto.”

Es importante entender la santa trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En el antiguo testamento cuando vemos a Dios en realidad es Jesús.

Le llamamos teofanía cuando vemos a Dios en forma de hombre.

Cuando Moises pidió ver la gloria de Dios, él le mostró su bondad (Éxodo 33:17-23).

Si quieres que el mundo vea la gloria de Dios muéstrale al mundo la bondad de Dios.

Cuando el mundo vea la bondad de Dios verá la gloria de Dios.

Jesús es la zarza que tenía voz (Éxodo 3:1-6), el dedo que escribió los 10 mandamientos (Éxodo 31:18).

Esto es una muestra que tanto la segunda y tercera persona de la trinidad es Jehová Dios.

Jesús le muestra a Tomás que él había resucitado físicamente, en carne y hueso (Lucas 24:39).

Dios es Espiritu (Juan 4:24) y espiritu no tiene carne ni hueso.

Al Padre nadie le vio jamás, nadie ha visto su aspecto. Es Jesús a quien hemos visto.

2. La gloria de salvación

Leemos Daniel 7:9-10 (NTV)

La descripción que vemos aquí es la misma que da Juan en Apocalipsis 1. Se trata de Jesús, el Anciano de días.

Leemos Daniel 7:13-14 (NTV)

¿Quién es el hijo del hombre? Jesús.

¿Quién recibe el reino? Jesús, recibe un reino eterno que nunca será destruido.

El Hijo del hombre recibe el reino del Anciano de días en la misma escena.

Es aquí donde vemos la majestad de la obra de Dios, de su salvación.

Jesús se despojó de su divinidad (Filipenses 2:7-8), vino a la tierra como 100% hombre siendo Dios.

El día antes de hacer su primer milagro, Jesús se bautizó y el espíritu santo vino sobre él.

Todo lo hizo a través de la tercera persona de la trinidad.

Cristo habla de unción. Es Cristo el ungido, el mesías. Jesús fue “el ungido” cuando fue bautizado.

Hasta el momento antes de ser ungido, Jesús fue tentado en todo como hombre (Hebreos 4:15), nunca pecó, fue el cordero sin mancha.

La sangre de un inocente tenía que ser dada por el culpable. Dios no mató a Adán, solo un hombre sin pecado podía morir por el hombre que pecó.

Es por esto que Jesús se desvistió de su divinidad y se vistió como el Hijo del hombre. El hombre sin pecado, el cordero de Dios.

Jesús dijo: las obras que yo hago tú también lo harás (Juan 14:12) ¿Cómo?

Cuando él muere por nuestros pecados estos son pagados, hemos sido libres.

El día de pentecostés a la misma hora que el sacerdote levanta el pan como la primicia de la tierra, Dios del cielo envía el espíritu santo sobre los 120 ahí reunidos.

Ya no eran seguidores de Jesús, ahora eran cristianos. Cristo entró en ellos, el mismo que estaba en Jesús ahora está en los discípulos.

La gloria de salvación, el Anciano de días es Jesús en su gloria que se desvistió de su divinidad, se vistió de Hijo del hombre pero al resucitar recibe el reino y volvió a ser el Anciano de días.

Vemos ambas naturalezas, divina y humana, volviéndose a unir.

Vemos la culminación, la salvación del mundo se logró.

Al padre nadie le vio jamás, el Hijo del hombre le ha dado a conocer.

Jesús en su naturaleza divina y su naturaleza humana.

En este momento de gloria, el Hijo del hombre va y recibe su reino.