Si Sheinbaum usa el término humanismo mexicano, lo esperable es que se haga cargo de muchos mexicanos a los que no los voltearon a ver en el sexenio que terminó, como las madres buscadoras o las víctimas de la violencia. La señal de que hoy vaya a Acapulco es halagüeña. Igualmente Sinaloa necesita que Sheinbaum vaya a decirle a la comunidad, no al gobernador, que está trabajando. Lo mismo Chiapas, que vive bajo la amenaza del crimen organizado. Sheinbaum puede acentuar la cercanía sin patear el pesebre.
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